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El siglo perturbado

I En Building a Bridge to the 18th Century, el ensayo que escribió Neil Postman en 1999 y que próximamente Biblioteca Nueva publicará en castellano, se advierte que, si no hallamos la manera de remediarlo, el siglo XXI se verá perturbado por el «historicismo radical», que es como los académicos norteamericanos de su tiempo solían llamar a la consagración de los estudios culturales, los estudios de género, la deconstrucción y todos los nidos posestructuralistas de los que echaron a volar muchas de las ideas públicas que ahora nos perturban. Para el historicismo radical, no hay valores morales absolutos, ni siquiera superiores, sino solo productos resultantes de las relaciones de poder en un determinado momento. Tampoco hay, en consecuencia, un conocimiento al que se le pueda dar más crédito que a otro. Postman cita un fragmento del libro del deconstruccionista estadounidense Kenneth J. Gergen The Saturated Self: Dilemmas of Identity in Contemporary Life en el que el autor dice comprender que para las convenciones contemporáneas de Occidente la medicina moderna sea sin duda superior a la …

El Sueño Chino de Jinping

El Sueño Chino hizo titulares en el encuentro de Davos de finales de enero pero seguimos prefiriendo las páginas de La montaña mágica con el Davos que describió Thomas Mann. Ese Sueño Chino, presentado por un líder de singular energía como Xi Ping, tampoco tiene que ver con los valores del American Dream sino con la voluntad neototalitaria de situarse en el punto neurálgico de una nueva esfera de influencia, económica y geopolítica. Xi Jinping tiene la energía de un emperador a la antigua usanza, cuya muralla china zigzaguea bloqueando autopistas digitales. Con Biden tomando posesión y todavía en el fragor del infamante momento norteamericano que va del asalto al Capitolio a la despedida de Donald Trump, Jinping fue al Foro Económico Mundial de Davos y se explayó como líder de la gran potencia global. Estaba agitando pastoralmente la rama de olivo en los escenarios de la Unión Europea. Habló de «crecimiento inclusivo», «coexistencia pacífica», «gobernanza global» y «desarrollo verde». En contraste con las escalinatas del Capitolio, tuvo un esplendor mediático muy pasajero porque Pekín …

Si veneno le pide llorando…

A finales de la década de los ochenta del pasado siglo, las alarmas sobre abusos sexuales a menores se dispararon en todo el mundo occidental. Aprovecharse de la inocencia de un niño para satisfacer el deseo de un adulto añade a las iniquidades de la violación un grado de crueldad que, para salvaguardar el honor de la especie, no dudamos en calificar de inhumano. Era algo que ocurría en silencio y a lo que durante mucho tiempo no se le concedió en la sociedad mayor gravedad que a la sodomía, el pecado nefando con el que generalmente se confundía en los textos legales y en la opinión pública; y a pesar de que el rechazo moral con el que se contemplaba se fue acentuando en el siglo XX, si acaso se tenía noticia de que algún pariente o vecino practicaba esa pravedad, eran frecuentes la componenda y el disimulo: a menudo, la reputación de los mayores se tenía por un valor más alto que la libertad de los menores. El despertar de la conciencia social …

Ficción versus vacío

La historia de la novela desde finales del siglo XX hasta estos días cataloga un cementerio de armatostes desconectados de la realidad y la vida, al modo de pozos de petróleo que ya no disponen de las entrañas de la tierra, sustituidos para el público lector por heterogéneas formas de entretenimiento que van de la novela negra a los vuelos de Harry Potter y en los últimos tiempos, preferentemente, a las series de televisión. Si queda algo de clases profesionales ilustradas, su sustento vitamínico está dedicado al stream de Netflix, La isla del tesoro o Azar de Joseph Conrad han sido liofilizados y la virtualidad ha sustituido la batalla del río Berézina, del mismo modo que Tolstoi solo perdura en forma de videojuego.   Aun así, a pesar de la corrupción deconstruccionista, la novela puede todavía representar sentido, memoria, belleza, una ilusión de tiempo, un modo de conocimiento, una pasión por la experiencia y, a la vez, una crítica de la vida. Desde luego ni la novela hamburguesa doble ni los filetes postminimalistas están en eso …

La sombra de Dios

Escribe Nietzsche en Die fröhliche Wissenschaft (La gaya ciencia o El alegre saber), en el párrafo 108:  «Nuevas luchas. — Después de que Buda muriera, su sombra —una sombra monstruosa y horripilante— se proyectó aún durante siglos en una cueva. Dios ha muerto: pero tal y como es la naturaleza de los hombres, habrá, quizá aún durante milenios, cuevas en las que se proyecte su sombra. Y nosotros… ¡nosotros aún tenemos que derrotar a su sombra!» Esa sombra de Dios se extiende hoy por todos los rincones. La pérdida de Dios —o, si se quiere, de la consistencia y el sentido de las cosas— no dio como resultado almas errantes sin horizonte, sino la multiplicación sin fin de las identidades, las creencias, las esperanzas y los sentidos. La sombra de Dios son los valores, los principios en los que el hombre cree encontrar refugio. Cada hombre es esa cueva en la que el Dios muerto proyecta su oscuridad. De todas las apariencias bajo las que la sombra de Dios se presenta en forma de principios …

El mundo entero es como un escenario

No hay ninguna explicación racional a la grandeza de William Shakespeare. Antes que él, no había ningún autor importante, exceptuando a Chaucer, lo cual también dificulta comprender cómo tantas obras geniales aparecen así, casi de golpe y atribuidas a una sola persona. Todas las teorías que intentaron demostrar que no existió y que sus obras se deben a otros autores fracasaron. No sólo es inexplicable su talento literario, reforzado por sus poemas narrativos y sus sonetos, sino que también lo es su talento dramático, la variedad de sus escenarios, repertorios y registros, la habilidad en el manejo de sus temas, así como la estructura de todas sus piezas teatrales. Demuestra también su extraordinario talento la inteligente astucia que tuvo al usar y alterar sus fuentes, tanto si procedían de las crónicas como de obras literarias o dramáticas. Comparar sus fuentes con sus obras es quizá la mejor manera de darse cuenta de su genio. Elimina e inventa personajes, altera las fechas de los hechos narrados acercándolas para conseguir la relación causa-efecto y ofrecer la credibilidad …