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Aquellos zares rojos

La hija de Stalin hojeaba libros en la biblioteca pública de Kensington. La observaba un joven bibliotecario, y con él así vimos, varias veces, a la hija de quien había sido el hombre más poderoso del mundo. Luego miraba escaparates de anticuarios, se subía al autobús y desaparecía. Eso era en 1992. Poco después, la prensa sensacionalista descubrió que Svetlana vivía en una casa de beneficencia en el Londres más raído.  En sus libros había contado lo que fue ser la mimada del padre, un hombre de inteligencia demoníaca, uno de los mayores genocidas de la historia de la humanidad, convencido de que la solución de todo era la muerte, atracador de bancos en su juventud de activista bolchevique, adorado por las mujeres sin ser muy mujeriego, un tipo aparentemente modesto con la cara marcada por la viruela, capaz de cóleras letales, inmensamente resentido, hipocondríaco, ejecutor de purgas sin fin, tullido del brazo izquierdo, cantor de baladas caucasianas, artífice del terror de masas, nuevo jinete del Apocalipsis que impidió toda libertad y perpetuó la guerra …

El espíritu de partido

«La mano de hierro del destino no es más poderosa que este sometimiento a la tiranía de una sola idea, que este delirio que el pensamiento único engendra en la mente de quienes se le entregan: en estos tiempos la fatalidad es el espíritu de partido, y pocos hombres son lo bastante fuertes como para eludirlo». Madame de Staël La extrema izquierda y la extrema derecha han hecho siempre cuanto han podido para acabar con el Estado de Derecho. Se empezó a ver en Francia, a finales del XIX, con el estallido del caso Dreyfus. Por su condición de judío, unos y otros celebraron la condena, con pruebas falsas, del desdichado capitán del ejército francés. En 1910, el líder de Action Française, Charles Maurras, y el líder del socialismo revolucionario, Georges Sorel, se felicitaban mutuamente por su decidida oposición al régimen democrático, como documenta Michel Winock en Le siècle des intellectuels. En 1939, el pacto Ribbentrop-Mólotov selló esa comunión de intereses. No es de extrañar que en nuestros días los apoyos, directos o indirectos, a …

El precio de la verdad

Cuando en 1877 Tolstói publica la última entrega de Ana Karenina, se encuentra en la cúspide de su carrera literaria, habiendo logrado lo que cualquier artista podría soñar: es aclamado internacionalmente, su novela es considerada una obra maestra, su talento indiscutible. Sin embargo, tal y como explicaría más tarde en Confesión (1882), en ese mismo momento su vida interior atravesaba un desierto existencial que le impedía experimentar cualquier tipo de satisfacción. Es una inversión perturbadora de la lógica convencional del éxito: justo cuando alcanza la cumbre, cuando su genio ha dado sus frutos más maduros, Tolstói descubre la insignificancia de todo el edificio. La pregunta por el sentido surge entonces no desde la carencia, sino desde la plenitud, y tal vez sea eso lo más fascinante de su depresión: que emerge desde la realización de todas las ambiciones. Parece como si la satisfacción completa de los deseos mundanos hubiera permitido, por fin, que brotara la pregunta que siempre estuvo latente pero que el ajetreo de la ambición había mantenido a raya: «¿qué sentido tiene todo …

El rastro sangriento del artista

No es habitual que los grandes clásicos de Hollywood sean mejorados en adaptaciones posteriores, pero sucede a veces. La novela de James M. Cain Mildred Pierce ha sido adaptada al cine en dos ocasiones. Fue Michael Curtiz, el director de Casablanca, quien realizó la primera en 1945. Su versión contiene lo mejor del cine negro americano y cuenta con una soberbia actuación de Joan Crawford, pero el Código Hays le arrebató parte de su interés. Para sortear la censura de la época (que exigía el castigo de los personajes inmorales, entre otras cosas), la película de Curtiz incorpora una trama de crimen que no estaba en la novela original y suaviza algunos de sus aspectos más inquietantes y moralmente ambiguos. Por eso la versión de 2011, una miniserie, es todavía más recomendable. Dirigida por Todd Haynes y protagonizada por Kate Winslet, narra el descenso a los infiernos de una madre desesperada por ganarse el amor de una hija tan brillante y talentosa como cruel. No es solo por amor maternal por lo que Mildred encuentra …

El mal deseado

El amor es una cosa y su contraria. Es la fijación en el deseo sexual y la renuncia al sexo. En el primer caso, solo merece su nombre cuando se cumple el objetivo; en el segundo, la plenitud amorosa se obtiene prolongando indefinidamente el estado de deseo, lo que produce una mezcla inextricable de goce y tormento, y por ello el amor cortés, que concibió el deseo permanente como finalidad en sí misma, concediéndole así los atributos de una devoción no muy distinta del culto religioso ⎯del auténtico amor que un devoto puede sentir por la Virgen⎯, no se ha relacionado en vano con el masoquismo, pues la dama cortejada por su caballero mantenía con él una relación de dominancia que este aceptaba sumisamente como parte de su adoración, con lo que estaba obligado a someterse a los caprichos de su dueña y a aportar complicadas pruebas de amor, y aun a sufrir una suerte de castigos para desagraviarla de una supuesta ofensa o compensar una distracción de su entrega amorosa (véase Emmanuel-Juste Duits, L’autre …

La fértil penumbra

Alguien accedió por vez primera a la profundidad de una cueva, donde la oscuridad se adueña de los sentidos, no en busca de refugio, pues el riesgo que corría en esos adentros superaba por mucho todo sentido de seguridad, sino para dejar, movido por una intuición menos instintiva, una huella ocre e indeleble de conciencia. En lo más profundo se dejó constancia inaugural de inquietudes enteramente humanas. «Allí, justamente allí: en la intimidad», escribe Ferran Sáez Mateu en uno de sus últimos ensayos, La intimidad perdida, publicado por Herder en octubre de 2024.  Sin posibilidad de recibir explicación alguna de aquel primer artista, nos es razonable suponer que lo que ocurría en la cueva no se trataba en el fondo de un acto de comunicación para un otro, sino que, en ese espacio sombrío, el hombre puso en marcha nuestra irrenunciable tradición representativa por una necesidad de internalización de lo externo. La pintura en las paredes no era en ese momento para nadie más que para él; un intento de colmar el vacío de significado …

Ninguna parte

Puede que incomode preguntarse por enésima vez qué son las humanidades y por qué hay que lamentar ⎯si es que hay que lamentarlo⎯ su decadencia, pérdida, corrupción o como se quiera llamar a eso que parece que les ha ocurrido entre el siglo XVII y la actualidad, y puede que incomode porque no es descabellado pensar que la respuesta que vamos a ofrecer aquí pudiera ofender especialmente a los que creen ser sus acérrimos defensores.  Lo primero que seguramente es necesario aclarar es que, aunque vamos a manejar aquí el concepto de «humanidades» sin darle de entrada una definición precisa, y por lo tanto conservando aparentemente su significado usual, lo cierto es que enseguida se verá que para nosotros adquiere de hecho connotaciones y matices que cambian completamente su sentido. Ese sentido, resumido, es lo que intentaremos presentar aquí, aunque puede que este espacio sea demasiado breve para que tengamos éxito.  Si la pregunta sobre la decadencia de las humanidades se la hiciéramos a los presuntos expertos, es más que probable que tuviéramos que aguantar …

La persistencia del error

El 7 de agosto de 1948, en el auditorio de la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas de Moscú, Trofim Lysenko se puso en pie para pronunciar su discurso inaugural. Entre los presentes se encontraban los principales genetistas soviéticos, congregados para lo que sería su última asamblea. Antes de comenzar, Lysenko añadió una nota manuscrita a su texto: «El Comité Central del Partido ha examinado mi informe y lo ha aprobado». Con estas palabras, la genética quedaba oficialmente proscrita en la Unión Soviética. La ciencia, ese método basado en la observación sistemática y la evidencia empírica, cedía su lugar a una doctrina que prometía transformar la naturaleza mediante la «educación» de las plantas. No era la primera vez que el poder político se imponía sobre la realidad material, pero pocas veces el triunfo de la ideología sobre los hechos había sido tan explícito. El episodio tendría consecuencias devastadoras para la agricultura soviética y el desarrollo científico del país. Centenares de científicos fueron purgados de sus puestos, cuando no enviados directamente a campos de trabajo. Todo ello …

Perdidos en la casa encantada

«La verdad es siempre mejor que la mentira, la realidad preferible a la ilusión». Carlos Rangel Aunque de entrada no lo parezca, este artículo es la reseña de un ensayo de reciente publicación, obra de un autor venezolano poco conocido en España que, como millones de sus compatriotas, hoy vive fuera de su país. Publicado originalmente en inglés con el título Venezuela’s Collapse. The Long Story of How Things Fell Apart (Codex Novellus, 2024), el libro de Carlos Lizarralde ofrece una interesante lectura de lo sucedido en Venezuela en el último cuarto de siglo, a la luz de episodios que el autor espiga entre las sucesivas etapas históricas del país, desde el periodo colonial hasta la larga bonanza petrolera del siglo XX que desembocó en el chavista socialismo del siglo XXI, sin olvidar el atormentado y belicoso siglo XIX venezolano. Pero antes de decir dos o tres cosas sobre este «largo cuento de cómo todo se vino abajo», me parece necesario hacer un par de rodeos. Para empezar, aunque no suelo practicar el caveat emptor, …

El tenue destello de la benevolencia

En 2019, mientras cumplía condena en prisión por su participación en la promoción unilateral de la independencia de Cataluña, Carme Forcadell sorprendió a partidarios y detractores admitiendo en una entrevista que quizá no habían sentido «empatía» con los catalanes no independentistas. «A buenas horas», pensaron muchos. Pero su reflexión no solo llegaba tarde, sino que ponía de manifiesto un error de fondo: no debería haber esperado a sentir empatía para respetar los derechos de la mitad de la población catalana. Además de una palabra odiosa por cursi y manoseada, la empatía es una pobre guía moral. Es lo que defiende el psicólogo Paul Bloom en Contra la empatía (Taurus), un ensayo publicado en 2016. Según Bloom, el problema de la empatía es que funciona como un foco que se centra solo en ciertas personas y en el aquí y el ahora, respondiendo además a nuestros prejuicios. Es un foco en el sentido de que nos ayuda a dar luz al sufrimiento ajeno, pero al coste de oscurecer todo lo demás. La razón nos dice que …