Autor: Gerard Toutain

Mortales inmortales

El propósito de fijar un texto filológicamente consistente, en el caso de Heráclito, es, de hecho, inasequible, y el problema no se limita a intentar establecer cuáles de los fragmentos que nos han llegado son auténticos y cuáles no, sino que va más allá: ¿podemos llegar a una versión del texto de Heráclito que pueda independizarse de los autores que nos lo han transmitido o en el fondo solo se trata de un artificio moderno? No sabemos si los transmisores tenían realmente el texto delante, si la copia que poseían era completa o si por el contrario manejaban una edición también fragmentaria, y tampoco conocemos la estructura de su libro, cómo estaba organizado, si se expresaba también en esa especie de aforismos que han llegado hasta nuestros días o si tenía una continuidad; ni siquiera sabemos si era verdaderamente un libro (es decir, una obra unitaria). No sabemos, en definitiva, casi nada. Sin embargo, entre toda la maleza de comentaristas, doxógrafos y transmisores en general es posible a veces hallar, gracias a ciertas marcas formales …

Artes excutiente deo

Artes excutiente deo

En el canto XVIII de la Ilíada se describe con sumo detalle el escudo que Hefesto ha forjado para Aquiles tras la muerte de Patroclo. La obra del dios, perfectamente acabada, deja sin aliento a quien la contempla: en ella vemos cómo se mueven con naturalidad los hombres, aunque estén hechos de metal, y cómo mugen los bueyes, cazan los leones y ladran y olfatean los perros, cómo resuenan los ríos y el pasto fresco alimenta a los rebaños, y cómo las casetas bien techadas y los establos dan cobijo por la noche, y vemos también muchos otros prodigios admirables que seducen y embriagan los sentidos.  Baste este breve pasaje como testimonio (XVIII, 573-576): En él [el escudo] hizo [Hefesto] un rebaño de bueyes de cuernos rectos,y los bueyes, hechos de oro y estaño,se precipitaban mugiendo desde el establo hacia la pastura,a orillas de un río estrepitoso junto a un tambaleante cañaveral. No se trata solo de que Homero pretenda subrayar el temperamento y la extraordinaria destreza técnica de Hefesto para complacer a sus oyentes, …

Desidiosa occupatio

Desidiosa occupatio

Cuenta Séneca en Sobre la brevedad de la vida (XVII.7) que «uno de esos adictos al placer —si es que hay que llamar “placer” a desaprender la vida y la costumbre humana—, cuando lo sacaron del baño en brazos y lo colocaron en una silla, preguntó: “¿ya estoy sentado?”», y añade: «Este que ignora si está sentado, ¿tú crees que sabe si vive, si ve, si está libre de inquietudes?».  Ese delicatus —nosotros hemos traducido «adicto al placer»— se ha entregado hasta tal punto a los placeres que ha perdido la capacidad de interpretar el estado en el que se encuentra su propio cuerpo, y Séneca nos lo presenta para insistir en una idea que ya ha anunciado antes: que hombres tales no son verdaderamente otiosi —en la cita hemos traducido el término otiosus por «libre de inquietudes»—, sino más bien hombres ocupados, ajetreados por su necesidad de placer. Para Séneca el otium consiste en el cultivo de la sabiduría, y el otiosus es, ante todo, el hombre sabio que no pierde el tiempo en …

Ninguna parte

Ninguna parte

Puede que incomode preguntarse por enésima vez qué son las humanidades y por qué hay que lamentar ⎯si es que hay que lamentarlo⎯ su decadencia, pérdida, corrupción o como se quiera llamar a eso que parece que les ha ocurrido entre el siglo XVII y la actualidad, y puede que incomode porque no es descabellado pensar que la respuesta que vamos a ofrecer aquí pudiera ofender especialmente a los que creen ser sus acérrimos defensores.  Lo primero que seguramente es necesario aclarar es que, aunque vamos a manejar aquí el concepto de «humanidades» sin darle de entrada una definición precisa, y por lo tanto conservando aparentemente su significado usual, lo cierto es que enseguida se verá que para nosotros adquiere de hecho connotaciones y matices que cambian completamente su sentido. Ese sentido, resumido, es lo que intentaremos presentar aquí, aunque puede que este espacio sea demasiado breve para que tengamos éxito.  Si la pregunta sobre la decadencia de las humanidades se la hiciéramos a los presuntos expertos, es más que probable que tuviéramos que aguantar …

La quimera de la diversidad cultural

La quimera de la diversidad cultural

Cuando dialogamos con alguien, lo más habitual es que nuestro interlocutor quiera imponer no solo su opinión sobre el tema, sino también el marco conceptual que delimitará la discusión. Si aceptamos su lógica, la conceptualización del tema sobre el que debatiremos, es probable que hayamos caído ya en su telaraña y nada nos pueda liberar de sus redes: se acabó el diálogo.  Pongamos que nos disponemos a discutir honestamente sobre la naturaleza de Dios con un creyente. O con un ateo, que para el caso es lo mismo. Aquí «honestamente» quiere decir que trataremos de desentrañar todos los elementos que componen el concepto de Dios con la finalidad de llegar a entenderlo sin dejar nada en el tintero y sin caer en dogmas. Al inicio del diálogo, tanto el creyente como el ateo tratarán de llevar la discusión al terreno de la existencia o no existencia de Dios. Es decir, querrán que asumamos que la pregunta por la existencia es adecuada para abordar el tema de Dios. Si aceptamos esos términos, hemos caído ya en …

Dogmas modernos

Dogmas modernos

Leemos a veces noticias sobre presuntas terapias milagrosas capaces de curar las peores enfermedades. Yo qué sé: que frotarse una cebolla por el pecho cura el cáncer, o lo que sea. La reacción de la ciencia ante tales afirmaciones es, como tiene que ser, de rechazo, y por supuesto de una comprensible desesperación cuando algunas de estas ideas de bombero se extienden; como aquello de que la nieve está hecha de plástico porque se mancha de negro y no se derrite cuando le acercas la llama de un mechero. Los científicos, y muy acertadamente, ponen el grito en el cielo ante tales disparates.   Ahora voy a poner yo el grito en el cielo por otro tipo de disparates, unos que provienen no de la pura ignorancia, sino de ciertas actitudes cientificistas, y que parten de un conjunto de creencias más comunes de lo que parece: por ejemplo, se cree que las instituciones religiosas —y en particular la Iglesia Católica en Europa— son las responsables de haber retenido el progreso de la ciencia durante toda la …

La democracia frente al nacionalismo

La democracia frente al nacionalismo

Algo que caracteriza la forma de entender el conocimiento en la Modernidad (digamos: del siglo XVII en adelante) es su carácter provisional. Todo saber ha de poder ser revisado, mejorado, refutado… sustituido, en definitiva, por otro nuevo, y así sucesivamente ad infinitum. La verdad es, pues, modernamente, algo que se persigue y nunca se consigue. Esa es una de las muchas maneras en las que es posible expresar el espíritu moderno, pero tiene, en relación con otras, la ventaja de no servirse de consignas preestablecidas. El conocimiento empírico es irremediablemente contingente.  Un tiempo que no acepta verdades indiscutibles, ¿cómo podría dar por válida una forma de gobierno que presentara ciertos contenidos como verdades universales? De ahí que la forma política característica de la Modernidad —la civil society— sea aquella en la que se establece por principio que ningún contenido es sagrado, precisamente porque la duda pende con su filo cortante sobre cualquier presunta verdad. Es por eso por lo que lo político, modernamente, no puede jamás fundamentarse en contenido alguno, sino en libertades —esto es, …

El suicidio como problema moral

El suicidio como problema moral

Ballard dejó escrita en su novela The Drowned World una frase que más tarde hizo fortuna en las redes sociales a manos de miles de usurpadores de la propiedad intelectual: «I know. Alcohol kills slowly, but I’m in no hurry». A veces se dice, normalmente de alguien que ha muerto por el consumo abusivo de sustancias, que se ha suicidado lentamente, y se dice para indicar que tenía una personalidad autodestructiva, que para él no tenía sentido la vida, que fue algo calculado y voluntario. Sin embargo, es probable que nadie se tome muy en serio la afirmación de que se trata verdaderamente de un suicidio, porque se supone que el suicidio es una acción que no puede superar cierta extensión de tiempo. Exactamente, ¿cuánto tiene que durar para que pueda ser considerada suicidio? Esta pregunta no se puede tomar en serio sin caer en arbitrariedades.  Entonces, ¿dónde está el suicidio? Seguramente reside solo en el fondo de un reproche moral. Hay acciones que, ciertamente, consumen la vida deprisa, y otras que la consumen lentamente, …

La sombra de Dios

La sombra de Dios

Escribe Nietzsche en Die fröhliche Wissenschaft (La gaya ciencia o El alegre saber), en el párrafo 108:  «Nuevas luchas. — Después de que Buda muriera, su sombra —una sombra monstruosa y horripilante— se proyectó aún durante siglos en una cueva. Dios ha muerto: pero tal y como es la naturaleza de los hombres, habrá, quizá aún durante milenios, cuevas en las que se proyecte su sombra. Y nosotros… ¡nosotros aún tenemos que derrotar a su sombra!» Esa sombra de Dios se extiende hoy por todos los rincones. La pérdida de Dios —o, si se quiere, de la consistencia y el sentido de las cosas— no dio como resultado almas errantes sin horizonte, sino la multiplicación sin fin de las identidades, las creencias, las esperanzas y los sentidos. La sombra de Dios son los valores, los principios en los que el hombre cree encontrar refugio. Cada hombre es esa cueva en la que el Dios muerto proyecta su oscuridad. De todas las apariencias bajo las que la sombra de Dios se presenta en forma de principios …

Sobre la presunta universalidad del más allá

Sobre la presunta universalidad del más allá

Es una idea compartida por la gran mayoría de la gente de hoy que en todas las culturas, actuales o pretéritas, primitivas o desarrolladas, podemos encontrar la necesidad de un más allá, que en todas partes se extiende la creencia de que a este mundo que vemos subyace (o sobre-yace) otro, que no percibimos pero que sostiene la débil presencia del que sí percibimos; que de algún modo hay algo más allá (o más acá) que transciende a los pobres mortales. Es, además, convicción de esa misma gente el suponer que eso ocurre porque es connatural al hombre cierta categoría antropológica de carácter universal, a la que podríamos llamar «religión», que comporta la posibilidad de otro mundo, de modo que, aunque pueden existir individuos particulares capaces de rehuir toda creencia, difícilmente podría existir una sociedad completamente ajena al más allá o, si se prefiere, ajena a dios, a un creador superior e incomprensible que se encuentra fuera de nuestro alcance, etcétera.  Se dirá quizá que forma parte del trasfondo de toda cultura conocida el llenar …