Ciencia

La trampa y la histeria

El Ministerio de Sanidad lleva años advirtiendo, nada menos que como parte de su Plan Nacional sobre Drogas, de los graves peligros a los que se exponen los usuarios de los cigarrillos electrónicos. Últimamente, siguiendo las recomendaciones de la OMS, se prodiga más en este empeño y ha divulgado por las redes sociales una campaña antivapeo. El cartel que la ilustra proclama ocho sentencias cuatro de las cuales no voy a comentar por irrelevantes; las cuatro restantes indican que no es «una alternativa saludable», que es «dañino para quien lo consume y las personas de alrededor», que «no está demostrado que sea menos nocivo que el tabaco o que ayude a dejarlo» y que tiene un «impacto negativo en población joven: en muchos casos su uso precede al consumo de tabaco y/o cannabis». Hay un rasgo común en todas esas advertencias, y es que son objetivamente falsas: los estudios más completos y rigurosos que se han realizado hasta la fecha sobre el consumo de cigarrillos electrónicos las desmienten una por una. No así la OMS, …

Dios y la ciencia moderna

El hecho de que nuestra realidad esté regida por unas leyes aparentemente lógicas y no aleatorias nos induce a pensar que la creación del cosmos requiere de una explicación de índole científica. Sin embargo, la ciencia es todavía incapaz de explicar la posible existencia, o inexistencia, de un ser supremo, omnipresente, omnisciente u omnipotente que sea el creador de nuestra realidad. Esto nos plantea la duda de si la existencia de Dios se puede demostrar mediante la ciencia o solamente Dios mismo puede demostrar su existencia. Asimismo, en caso de aceptar su existencia, debemos plantearnos también la relevancia de Dios en la creación del cosmos. Todo lo que entre sí se relaciona en una mutua armonía, ha de estar ligado entre sí en un solo ser del cual depende en su totalidad. Por consiguiente, existe un ser de todos los seres, una razón infinita y una sabiduría autónoma de donde hasta en su sola posibilidad la naturaleza deriva su origen en toda la esencia de las determinaciones. Ahora ya no se puede negar la capacidad …

Sobre los motivos para no vacunarse

«La libertad no se inyecta». Este es el lema bajo el que se manifestaron el 24 de julio miles de personas en Francia, contrariados por la decisión del Parlamento de este país, que exigirá estar vacunado contra el SARS-CoV2 para poder trabajar como sanitario, así como para participar en actividades sociales. Los países que han conseguido controlar la pandemia lo han hecho indiscutiblemente gracias a la vacunación. Pero algunos de ellos (Estados Unidos, Francia, y veremos qué pasa con España), se están topando con un problema totalmente esperable y que va a ralentizar la llegada a la tan ansiada inmunidad de grupo, retrasando así la vuelta a la normalidad en la atención sanitaria, en la economía, y en la vida en sociedad. El problema de los antivacunas o de las personas anticientíficas en general se ha minimizado por los políticos y por la sociedad desde sus albores. Como hasta ahora «solo» han generado la reaparición de enfermedades que ya estaban controladas (como el sarampión, potencialmente grave pero con baja mortalidad), ha hecho falta una pandemia …

De la viruela y otros asuntos

En un mundo cada vez más familiarizado con la insensatez, no es improbable que el movimiento antivacunas crezca hasta niveles asombrosos. De momento, solo la mitad de la población española se manifiesta muy de acuerdo con la afirmación según la cual las vacunas son completamente seguras y eficaces. El esfuerzo de las minorías racionales por aislar la investigación científica de las creencias sin sentido tal vez pueda dar algunos resultados en una opinión pública poderosamente mimética de lo que se cuece en el ambiente; sin embargo, esa tendencia puede ser solo pasajera, y a la menor oportunidad que tenga lo irracional de jugar sus bazas podría invertirse la partida. Como decía Josep Pla, después de admitir ―lo que no era nada habitual en él― la existencia de un cierto progreso moral, en cualquier momento puede aparecer un loco y echarlo todo a rodar. Aparecieron varios en su tiempo y todos fueron aclamados por sus pueblos; en el nuestro, muchos parecen dispuestos a trazar caricaturas de la historia. Los más desquiciados, que no son pocos, están …