Autor: Miranda Solana

Un lugar en el mundo

Pocas ideas hay tan denostadas en la actualidad como la del mérito. Aquí y allá se repite lo mismo: de nada sirve esforzarse, este no es un mundo en el que triunfen los mejores; los ricos, los blancos, los hombres, los tramposos, los despiadados pasarán siempre por delante del trabajador humilde o de las llamadas minorías sociales si los poderes políticos no toman medidas para remediarlo. Cargados de buenas intenciones, es obvio que quienes repiten esto (en muchos casos, por cierto, personalidades de éxito, vivos ejemplos de las virtudes de la meritocracia) buscan librar al desafortunado de la culpa de verse en su situación, pero en realidad le privan de lo más preciado que trajo el capitalismo: la sensación de poder sobre el propio destino. No es casual que, con la consolidación del capitalismo en el siglo XIX, aparezcan muchas novelas de temática parecida: las peripecias de un joven que trata de abrirse camino, de hacer fortuna, de triunfar en sociedad (y a menudo también en el amor). A diferencia de en la estamental sociedad …

Las que más sufren

La oleada de protestas en defensa de los derechos de las mujeres y contra la represión en Irán ha sido sin duda uno de los acontecimientos más emocionantes de la actualidad. No hay que engañarse, la decepción de las Primaveras Árabes podría repetirse, pero impresiona ver a hombres y mujeres unidos contra la República Islámica como no sucede en ningún otro país musulmán, arriesgando sus vidas para mostrar su rechazo al régimen que en septiembre del año pasado asesinó a Masha Amini por llevar descubierto un mechón de cabello. Pese a que el gobierno de los ayatolás ha reprimido las protestas con toda su virulencia –el día que escribo estas líneas, tres hombres han sido ejecutados en Irán–, todavía hoy los iraníes siguen desafiándolo con gran coraje bajo el lema «Mujer, Vida, Libertad».  Parte del triunfo de las protestas se debe a las redes sociales, que han enseñado a muchos jóvenes que otra vida es posible y a través de las cuales es más fácil encontrar complicidad. La activista somalí Ayaan Hirsi Ali ve en …

Arte y Estado

El pasado octubre, se anunciaron en España los mayores presupuestos destinados a Cultura de toda la historia de la democracia, y como es habitual se presentaron como una gran conquista. Sucede con la Cultura lo mismo que sucede con muchas otras partidas presupuestarias: hay quienes siempre celebran que se destine más dinero a aquello que consideran importante, y, por supuesto, nada hay tan valioso para muchos como el arte. Pero olvidan que en una democracia liberal el Estado solo debería garantizar aquellos servicios que no se puedan ofrecer de mejor forma por otras vías, y que el tamaño de las partidas presupuestarias no tiene por qué ser proporcional a la importancia que otorgamos a las cosas. Es más, se puede creer también lo contrario: que el arte es demasiado importante como para que lo gestione el gobierno, que lo espiritual se tiene que alejar todo lo posible de lo ministerial.  Son muchos los que creen que la creación artística no casa con el principio mercantil de «adáptate o muere», pero en realidad ese principio es …

Elogio de la píldora

Es sorprendente la mala prensa que tiene en la actualidad, entre ciertas feministas, la píldora anticonceptiva: no son pocas las que aconsejan evitarla y reclaman métodos anticonceptivos más «naturales» y «corresponsables» con el hombre. Su rechazo parte de la convicción de que la píldora, como toda creación de una sociedad patriarcal, busca someter a las mujeres en beneficio de los hombres; cargarlas a ellas solas con la responsabilidad de la anticoncepción. Esta no es la única cuestión en la que este feminismo rousseauniano se propone proteger a la mujer de los abusos a los que a su juicio es sometida en la vida en sociedad devolviéndola al estado de naturaleza: el auge de los partos en casa también tiene su origen, en muchos casos, en el recelo con el que ven a un sistema médico que consideran que se preocupa poco por el bienestar de las mujeres. En una palabra, lo que defienden es que la mujer no será libre hasta que no se deshaga de todo aquello que la sociedad le impone; la opinión …

Salvar al feminismo

Seguramente una de las escenas más memorables de la historia del cine sea la que pone fin a la primera parte de Lo que el viento se llevó, cuando Scarlett O’Hara mira al cielo desafiante y, después de haber atravesado los nueve círculos del infierno, se promete, poniendo a Dios por testigo, que ni ella ni los suyos van a volver a pasar hambre —«aunque tenga que estafar, ser ladrona o asesinar»—. Hasta entonces, todo eran quejas y lamentos, pero ahora parece decirse: «Está bien; mi madre muerta por una fiebre tifoidea, mi padre enloquecido, y todos los hombres que me cortejaban empeñados en ir a matarse a una guerra que yo ya había advertido que sería, cuando menos, aburridísima, pues me las tendré que ingeniar sola, pero no lograrán aplastarme». En ese inconfundible atardecer naranja technicolor, la niña caprichosa cogía por primera vez las riendas de su vida. Su personaje encarnaba la esencia de la primera ola del feminismo: la mujer estaba capacitada para asumir su propia existencia.  Pero, mecida por el mismo oleaje, …

El retrato de Peter O’Toole

Hoy se cumplen siete años de la muerte de Peter O’Toole, actor en más de sesenta películas, unas setenta obras de teatro, y protagonista de una rara entrevista que le hizo Gay Talese, en la que el gentleman refinado se muestra como un hombre desquiciado, autodestructivo y obsesionado con su personaje en Lawrence de Arabia, basado en el coronel Thomas Edward Lawrence.  La entrevista empieza en un avión que se dirige al país natal del actor, Irlanda. O’Toole es ya un actor de éxito que ha ganado el suficiente dinero como para comprarse una casa en Londres con diecinueve habitaciones y decorarla con cuadros de Jack B. Yeats, pero le explica a Talese lo difícil que es para él verse a sí mismo en la película de David Lean que supuso su salto a la fama. No puede soportar ver cómo la pantalla muestra su rostro con veintisiete años en un plano para, acto seguido, pasar a otro en el que tiene veintinueve, y comprender que se han esfumado dos años de su vida en …

Oscar Tusquets: «Difícilmente acepto que una cosa buena sea fea»

Oscar Tusquets (1941) es arquitecto, diseñador y pintor. Empieza también a escribir ensayos en los 90, dice que para hacer amigos. Hablamos en esta entrevista de sus ideas estéticas; de las cosas que le molestan del mundo actual y de las que recuerda de su juventud; de su relación con Dalí; del último libro que ha publicado, Pasando a limpio, y del que está escribiendo ahora, en el que habla sobre todo de la muerte.  P. Usted es pintor, arquitecto, escritor, diseñador… ¿A qué le está dedicando más tiempo ahora? Oscar Tusquets. La verdad es que haga lo que haga, me digo a mí mismo siempre que por qué no estaré haciendo otra cosa. Cuando pinto, pienso: «¿Por qué no estoy diseñando?, ¿por qué no estoy escribiendo?» Pero hay una diferencia evidente, que es que para hacer arquitectura y para diseñar necesito un cliente, mientras que para pintar y escribir no, así que en este momento lo que más hago es pintar y escribir. La arquitectura es un arte muy comprometido. A veces me preguntan …

Verduras santificadas

Cuando el escritor y crítico Fernand Desnoyers le pidió a Baudelaire unos versos sobre la naturaleza para un volumen en homenaje a Claude-François Denecourt, el poeta le respondió con dos poemas ambientados en los bajos fondos de París, Crepuscle du soir y Crepuscle du matin. Justificaba así su decisión en una carta:  Mi querido Desnoyers, me pedís unos versos para vuestro pequeño volumen, versos sobre la Naturaleza, ¿no es así? Sobre los bosques, las grandes cordilleras, el verdor, los insectos ―el sol, por supuesto. Pero bien sabéis que yo soy incapaz de enternecerme con los vegetales, y que mi alma se rebela ante esa nueva Religión, que, a mi parecer, siempre tendrá para todo ser espiritual algo de shocking. Jamás creeré que el alma de los Dioses habita en las plantas, y, aun cuando habitara en ellas, apenas sería para mí un motivo de preocupación, y atribuiría a la mía un valor mucho más alto que a las de las verduras santificadas. Incluso he pensado siempre que en la Naturaleza, floreciente y renacida, hay algo …