Democracia

Efectos secundarios de la democracia

En su optimismo ilustrado, los primeros pensadores de la democracia creyeron que la educación universal convertiría a todos los hombres en ciudadanos con criterio para autogobernarse. Es comprensible. También lo es que, un siglo más tarde, Flaubert no pensara lo mismo. En una carta de octubre de 1871 dirigida a George Sand, un Flaubert al que ya no le quedaban muchos años de vida y que tal vez ya había empezado a concebir Bouvard y Pécuchet, esa novela póstuma en la que lleva a la máxima expresión el interés que siempre tuvo por la estupidez humana, declara abiertamente su poca fe en la democracia: Si Francia no pasa pronto al estado de la crítica, la sospecho irrevocablemente perdida. La educación gratuita y obligatoria no hará más que aumentar el número de los imbéciles. Renan lo ha expresado de una manera muy convincente en el prefacio a sus Questions contemporaines. Lo que nos falta por encima de todo es una aristocracia natural, es decir, legítima. Nada puede hacerse sin cabeza, y el sufragio universal, tal como …

Lo irrazonable

No fui del todo consciente del mal del siglo hasta el día en que, discutiendo con un colega de universidad sobre las razones que daban los independentistas catalanes para justificar su aspiración, recurrí a ciertos datos que guardaba en el móvil sobre antecedentes históricos, balanzas fiscales y realidades políticas. Mi interlocutor, independentista convencido, no mostraba ninguna agresividad ante el desmentido sistemático de sus alegaciones; mostraba algo peor: indiferencia. Apenas prestaba atención a mis contraargumentos y le tenía sin cuidado que los datos que le presentaba no fuesen meras opiniones, sino el resultado de estudios rigurosos, procedentes, en algunos casos, de fuentes internacionales. Expresaba, con la media sonrisa del desprecio, que la verdad no le incumbía; su actitud y sus comentarios sobre los intereses que hay detrás de todo estudio y sobre el poder al que sirve toda verdad venían a decir eso. No leía datos, pero aparentemente sí había leído a Foucault. Me he encontrado después en situaciones parecidas debatiendo sobre las creencias del feminismo de última ola y su vástago enloquecido, la ideología de …

España oscitante

«Es desolador que hoy la megalomanía y la ambición personal de algunos nos hayan conducido al estado lamentable en que nos encontramos, y que nuestro pueblo haya perdido, de momento, la ilusión y la confianza en su futuro». Con estas palabras, y con otras muchas contenidas en una carta dirigida a Horacio Sáenz Guerrero, director de La Vanguardia, el expresidente Tarradellas denunciaba en el año 1981 el peligroso rumbo que tomaba el nuevo Govern de la Generalitat, con Pujol a la cabeza. Un Estado no se constituye como una comunidad desinteresada, y tampoco es algo dado, algo que se encuentra sin más, sino el fruto de un deseo prevaleciente, proyectivo; futurizo, diría Julián Marías. Si busca, no ya la admiración de sus vecinos, sino evitar, como todo organismo sano, su propia desintegración, es preciso que se presente como un convincente proyecto en común, en el que cada parte encaje en la totalidad nacional, dentro de la cual siga existiendo. Las palabras del expresidente catalán coinciden con estas otras que escribió Ortega y Gasset en su …

La democracia frente al nacionalismo

Algo que caracteriza la forma de entender el conocimiento en la Modernidad (digamos: del siglo XVII en adelante) es su carácter provisional. Todo saber ha de poder ser revisado, mejorado, refutado… sustituido, en definitiva, por otro nuevo, y así sucesivamente ad infinitum. La verdad es, pues, modernamente, algo que se persigue y nunca se consigue. Esa es una de las muchas maneras en las que es posible expresar el espíritu moderno, pero tiene, en relación con otras, la ventaja de no servirse de consignas preestablecidas. El conocimiento empírico es irremediablemente contingente.  Un tiempo que no acepta verdades indiscutibles, ¿cómo podría dar por válida una forma de gobierno que presentara ciertos contenidos como verdades universales? De ahí que la forma política característica de la Modernidad —la civil society— sea aquella en la que se establece por principio que ningún contenido es sagrado, precisamente porque la duda pende con su filo cortante sobre cualquier presunta verdad. Es por eso por lo que lo político, modernamente, no puede jamás fundamentarse en contenido alguno, sino en libertades —esto es, …

Ese maldito genio resentido, Jean-Jacques

El pasado tiene ecos de resonancia y las ideas de ese genio resentido, Jean-Jacques Rousseau, siguen configurando el imaginario colectivo. Este petit bourgeois de Ginebra se enfrentó a la sociedad de su época y a pensadores ilustrados como Voltaire, quien lo caricaturizó como un «vagabundo al que le gustaría ver a los ricos robados por los pobres». Se ha dicho que Rousseau es «el protagonista central de la revuelta antielitista que actualmente reconfigura nuestra política» (Pankaj Mishra) y un profeta del totalitarismo (Jacob Talmon, Isaiah Berlin). Para madame de Staël, «Rousseau no dijo nada nuevo, pero lo incendió todo». Berlin se pregunta en La traición de la libertad dónde radica la inmensa influencia y centralidad de las ideas de este pensador, y concluye que fue la singularidad o el atrevimiento de Rousseau de denunciar a las élites ilustradas lo que «afectó profundamente la conciencia del siglo siguiente». Todos los pensadores del siglo XIX o del siglo XX que son abiertamente antintelectuales y en cierto sentido anticulturales, para Berlin son descendientes naturales de Rousseau; llega a …

La sombra de Dios

Escribe Nietzsche en Die fröhliche Wissenschaft (La gaya ciencia o El alegre saber), en el párrafo 108:  «Nuevas luchas. — Después de que Buda muriera, su sombra —una sombra monstruosa y horripilante— se proyectó aún durante siglos en una cueva. Dios ha muerto: pero tal y como es la naturaleza de los hombres, habrá, quizá aún durante milenios, cuevas en las que se proyecte su sombra. Y nosotros… ¡nosotros aún tenemos que derrotar a su sombra!» Esa sombra de Dios se extiende hoy por todos los rincones. La pérdida de Dios —o, si se quiere, de la consistencia y el sentido de las cosas— no dio como resultado almas errantes sin horizonte, sino la multiplicación sin fin de las identidades, las creencias, las esperanzas y los sentidos. La sombra de Dios son los valores, los principios en los que el hombre cree encontrar refugio. Cada hombre es esa cueva en la que el Dios muerto proyecta su oscuridad. De todas las apariencias bajo las que la sombra de Dios se presenta en forma de principios …