Liberalismo

Isaiah Berlin en Washington   

La falsedad del determinismo es uno de los tributos intelectuales más positivos a tener en cuenta en el balance final del siglo XX, el siglo de la megamuerte, el siglo de los totalitarismos. Se lo debemos en gran parte a Isaiah Berlin. Ya entrados en otro siglo, si el principio de libertad de elección —elecciones trágicas a menudo— nos parece incluso un fait accompli al final de todos los utopismos ensangrentados, es porque el pensamiento de Berlin había reafirmado la sociedad pluralista y al hombre como una conciencia creativa que es autónoma por sus opciones, sus fines y valores, en aquella gloriosa confluencia de la Historia entre la continuidad y la libertad. Si el determinismo considera que la Historia está bajo el control —está teledirigida— por fuerzas impersonales más allá de la voluntad humana, Berlin lo identifica con la negación de la idea de la responsabilidad moral del individuo. Esa fue la gran refriega del siglo XX, el siglo de acechanzas tan pavorosas como la revolución soviética, el Tercer Reich, la Revolución Cultural de Mao …

Apuntes feministas

En Retrato del libertino (Espasa, 1997), Antonio Escohotado habla extensamente de My Secret Life, las colosales memorias (más de cuatro mil páginas distribuidas en once volúmenes) de un autor inglés de finales del XIX que oculta su identidad bajo el seudónimo de Walter, aunque, según los estudiosos del caso, se trata de sir Henry Spencer Ashbee, un rico comerciante marítimo que dio la vuelta al mundo y que, suponiendo que a él hayan de ser atribuidas las confesiones de Walter, en el transcurso de su vida tuvo conocimiento carnal con unas dos mil mujeres repartidas por todo el orbe. De eso versa su obra, de ese conocimiento y de las reflexiones que de él pudo extraer sobre el asunto según su propia experiencia, sólo según la propia, pues le faltó la posibilidad de compararla con parecidos conocimientos ajenos. Cita Escohotado un pasaje del segundo prefacio de My Secret Life en el que el autor lamenta esa ignorancia de lo que les sucede a los demás en el combate amoroso y del que reproduzco el fragmento …

La compasión es libre

Siglos ha dedicado la filosofía política a la disyuntiva entre servidumbre y libertad. El problema resulta sin embargo urgente, acuciante. ¿Qué hacer ante quien decide renunciar a una vida —concedan por ahora la presunción— digna, o a la vida misma? ¿Qué ante un Parlamento, como el español pocas semanas atrás, que deroga una disposición legal que velaba por mujeres vulnerables? ¿Qué ante unas Naciones Unidas que en pro del igualitarismo desamparan a los más necesitados? No buscamos una solución cerrada, colectiva y total pero apremiamos a pensar en serio el lugar de la libertad y los escondrijos de la servidumbre. En serio pero ya. No tienen siglos quienes sufren. Un joven se inclina hacia adelante con los brazos extendidos. Mirada afanosa, ropaje humilde. Espera recibir algo del pan que reparten los soldados en el centro de París durante la Segunda República Francesa. Esta imagen, boceto de 1851 de Isidore Pils hoy en el Museo de Arte de Cleveland, ilustra la portada de la edición de On liberty and other essays de John Stuart Mill que …