Pedagogía

Alicia Delibes Liniers: «En la Revolución Francesa aparece ese encontronazo sobre cuál tiene que ser la labor del Estado en la educación de los ciudadanos»

En su ensayo reciente, El suicido de Occidente (Ediciones Encuentro), la profesora Alicia Delibes Liniers (1950) analiza con gran lucidez las ideas que han llevado a los sistemas educativos de los países occidentales a renunciar a su cometido fundamental: la transmisión de saberes. Delibes escribe con la autoridad que le confieren su experiencia de más de cincuenta años como profesora de matemáticas; su gestión en la Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma de Madrid, y la lectura atenta de todos los autores que mejor explican los orígenes de este problema –Hannah Arendt, Tocqueville, Jean-François Revel, Raymond Aron y muchos otros–, cuyas ideas expone con la claridad y erudición de los mejores maestros. P. En su ensayo analiza la decadencia del sistema educativo actual a través de un recorrido por las teorías sobre educación de los últimos doscientos cincuenta años. ¿Cuál diría que es el origen de los problemas que afectan hoy a la educación? Alicia Delibes Liniers. La clave de todo está en la Revolución Francesa, en las diferencias que había entre los jacobinos …

La libertad esclava

En su ensayo Dos conceptos de libertad (1958), Isaiah Berlin refiere que los historiadores de las ideas han documentado más de doscientos significados de la palabra libertad. La cifra impresiona y da cuenta de hasta qué punto se trata de un concepto poroso, por utilizar el mismo adjetivo que Berlin, aunque tal vez deberíamos decir vaporoso, o incluso vacío, pues no parece referirse a nada que pueda ser reconocido como tal en todo momento y lugar. Las disquisiciones sobre su naturaleza, los intentos, furiosamente disputados, de obtener una definición universal del concepto, constituyen una preocupación prominente en la antigüedad clásica, y la siguen constituyendo, supeditada a las sucesivas necesidades de la teología y la política, hasta nuestros días. Con el tiempo, en sus más vulgares versiones, las que impulsan todos los movimientos de masas, no ha llegado a ser, junto a la verdad, más que una idea acomodadiza cuya inconsistencia, por utópica o abstracta, no impide a sus fieles voceadores tomarla como axioma de sus designios totalitarios. Usada como reclamo de las insidiosas ilusiones de …