Ortega y Gasset

Buscar pan y destruir panaderías

Buscar pan y destruir panaderías

El auge de los precios del alquiler en las grandes ciudades españolas está dificultando cada vez más el acceso a la vivienda y obligando a muchos a abandonar sus barrios. No hace falta estar buscando piso para darse cuenta: el asunto ha tomado protagonismo en tertulias, debates parlamentarios y, sobre todo, las calles. En febrero, casi cuarenta colectivos de vivienda, vecinales, ecologistas, de derechos humanos, sindicales y sociales se manifestaron en Madrid, y de nuevo en todo el país en abril, para denunciar lo que consideran una «emergencia habitacional» y exigir soluciones a la clase política. La fe casi supersticiosa que estos grupos tienen en la capacidad de los dirigentes para aliviar sus males es conmovedora, y no sería sorprendente verlos algún día tomar las calles para exigirles un febrero más cálido y un agosto menos pesado.  Al escuchar sus demandas, resulta inevitable acordarse de Ortega y Gasset. En La rebelión de las masas, explica que el ser humano nunca ha resuelto con tanta holgura sus problemas económicos, y que cada día añade un nuevo …

Una revolución pendiente (glosa de Ortega)

Una revolución pendiente (glosa de Ortega)

Benjamin Constant insistió en la imposibilidad de que existiese una sociedad libre sin el cumplimiento efectivo de lo que llamó «principio eterno»: la limitación de todo poder; también el de la soberanía popular, en la que necesariamente descansa la legitimidad de la representación política en democracia, y que Constant, tras presenciar los desmanes de la Revolución francesa y la instauración del Terror en nombre de la justicia, ya vio como una fuente de despotismo tan o más temible que la monarquía absoluta. Desde su visión liberal progresista de la historia, coincidía en eso no solo con Madame de Staël y con Stuart Mill, sino también con los grandes pensadores liberales de tendencia conservadora como Edmund Burke y Aléxis de Tocqueville. Si la protección de la libertad ha de ser, en última instancia, el sentido de toda acción política —como quería Burke—, no puede haber nada más contrario a la política que la imposición, por parte de una mayoría, de una supuesta voluntad general, obtenida siempre por propaganda emocional y representada siempre por una camarilla que …

Molestia

Molestia

La felicidad resulta, por abstracta, razonablemente molesta, y si se piensa en su plena realización, por inimaginable, queda relegada al mito. Algo tiene esta idea también de burlesca cuando a menudo es difícil la adecuada ponderación de la tragedia —sea ésta íntima, como el amor en vano o la pérdida de un ser querido, o comunitaria; por ejemplo, alguna circunstancia que imposibilite la paz en un territorio—, y así parece que uno —el que escribe, y todo aquel que lo vea de igual manera, claro— necesite incluso del cobijo de la infeliz autopercepción para no acabar agotado; sin dejar de preguntarse, en el fondo, si es precisamente esa aparente comodidad la que más le consume. Esa mítica molestia fue una preocupación capital para el pensamiento estoico: según Séneca, «es feliz el que tiene un juicio recto; es feliz el que está contento con las circunstancias presentes, sean las que quieran, y es amigo de lo que tiene; es feliz aquel para quien la razón es quien da valor a todas las cosas de su vida». …