Estilo

Observar lo que se ha perdido

Cuando leí Burning the days (1997, versión española: Quemar los días, Salamandra) hace unos años no sospechaba que sería la primera vez de muchas. Llegué a las memorias de Salter por casualidad, a través de William Finnegan. Barbarian days (2015) era mucho más que una búsqueda romántica e incesante de la ola perfecta. En apariencia, una declaración de amor al surf. Bajo la superficie, un elogio de la aventura y la escritura como dos partes inseparables. The Observer había reseñado el libro como una obra maestra que recordaba al primer James Salter, y fue así, por un deseo de leer más, como cayó en mis manos su libro de memorias: Burning the days. Fui víctima de una fascinación inmediata y absoluta. Su estilo, su sensibilidad, sus retratos tan vívidos y precisos. Quise leerlo todo de él: memorias, cuentos y novelas. La última noche, publicado en 2002 en la revista New Yorker, es un relato inolvidable. Sport and a pastime (1967) también se graba en la memoria con fuerza. Aún así, la ficción de Salter —a …

Métodos de trabajo

Josep Vergés, el editor que a mediados de los sesenta empezó a publicar las versiones definitivas de casi todo cuanto escribió Josep Pla a lo largo de su vida, dice en el prólogo de Caps-i-puntes (volumen 43 de la Obra completa, Destino) que Pla «era, sin quererlo reconocer, un perfeccionista y le gustaba retocar indefinidamente su obra». Tal afirmación puede sorprender a quienes todavía crean que Pla escribía como hablaba, de un tirón, ajeno a toda retórica y a toda elaboración estilística. Probablemente el malentendido  proviene en gran parte de una lectura muy superficial de sus propias declaraciones en este sentido. Ahora bien, también dijo que el estilo natural era el que exigía mayores esfuerzos y, en Notes del capvesprol (Notas del crepúsculo en la traducción al castellano de Xavier Pericay), se definió como «un escritor muy lento» y «extremadamente meditado». Por supuesto, la naturalidad, en la literatura, es un artificio tan elaborado como cualquier otro.  Tal vez el adjetivo «perfeccionista» no conviene del todo a algunos de sus pasajes. Pla, al igual que Stendhal …

El esplendor del fracaso

El esplendor del fracaso

Siendo en general dos escritores dispares en sus intereses y sus procedimientos, William Faulkner y Marcel Proust coinciden a menudo en lo sustancial y a veces incluso en el estilo. Faulkner es más oscuro que Proust, pero su oscuridad es el reflejo de lo que ocurre en el alma humana; en Proust —no en vano culmina con la Recherche la moderna tradición de la novela y el ensayo franceses— esa oscuridad se razona hasta despojarla de sus sombras. Los dos intentos son una bendición para el lector, y no diré que conducen al mismo sitio, pues son en cierto sentido opuestos, pero sí que se introducen en el mismo asunto y muestran de él aspectos que uno reconoce como verdades de su propia experiencia aunque quizás nunca hubiese sido consciente de ellas. Ambos hacen objeto de sus respectivas estéticas la compleja totalidad del ser humano, y ambos confían ese propósito a un estilo marcadamente digresivo, poblado de incisos, con una frecuente intercalación de guiones y paréntesis, en una subordinación continua que puede hacer alcanzar a …