Izquierdismo

Los tres pilares del antisionismo

The effort to combat psychotic prejudice with reasonable counterarguments is not only an act of folly but a capitulation. David Mamet, The Wicked Son, 2006 Advertencia al lector: aquí se toma en serio el antisionismo. De entrada, esto quiere decir que no se tratará aquí de confirmar o desmentir la carga de antisemitismo que la ideología antisionista, de manera más o menos solapada, acarrea o instiga. Los antisionistas no ocultan que lo son, al contrario, lo pregonan, del mismo modo que los antisemitas se enorgullecían de serlo, antes de la Shoá y la censura moral que acompañó el descubrimiento de la sobrecogedora destrucción de los judíos europeos, según la consagrada fórmula de Raul Hilberg. Parece más útil ⎯y a quien esto escribe, más urgente⎯ tomar en serio el entramado conceptual en el que se apoya el antisionismo. Sobre todo cuando el mundo entero se ve hoy recorrido por una particularmente ponzoñosa andanada de odio a todo lo judío, a raíz de la enésima vez que Israel se ve obligado a tomar las armas en respuesta …

Lo que nadie podía prever

En La rebelión de las masas, Ortega no se limitó a señalar con precisión los rasgos mórbidos de la sociedad moderna que empezaba a desplegarse ante sus ojos, también vaticinó con acierto la descomposición a la que conduciría ese estado de cosas si nada lo remediaba. No obstante, erró estrepitosamente en uno de sus vaticinios. El que formula en este párrafo: Acertará quien no se fíe de cuanto hoy se pregona, se ostenta, se ensaya y se encomia. Todo eso va a irse con mayor celeridad que vino. Todo, desde la manía del deporte físico (la manía, no el deporte mismo) hasta la violencia en política; desde el “arte nuevo” hasta los baños de sol en las ridículas playas a la moda. Nada de eso tiene raíces, porque todo ello es pura invención, en el mal sentido de la palabra, que la hace equivaler a capricho liviano. Hoy podemos constatar que todos esos «caprichos livianos» a los que no augura una larga existencia han llegado a centenarios en un estado de salud admirable;  si desaparecieran …

El fin de los tiempos

El fin de los tiempos

No son pocos los críticos de la izquierda posmoderna que han visto en sus valores un conjunto de preceptos, dogmas, anatemas, profecías y misterios que la identifican mucho más con una religión que con una ideología política, y aunque no hay por otra parte ninguna ideología política que carezca del todo de estas características, en el caso que nos ocupa la naturaleza religiosa se muestra al completo. Es, por supuesto, una religión a la que le faltan los fundamentos espirituales, lo que la despoja de lo esencial pero le permite operar con aparente legitimidad en el terreno de las ideas, y eso es lo que la hace más inquietante, pues no hay despotismo más temible que el que se presenta disfrazado de otra cosa. El fenómeno se ha tratado a menudo con sorna o se le ha dado un sentido metafórico, pero hay que empezar a tomarlo en serio. Eso es precisamente lo que acaba de hacer William McGurn, miembro del Consejo de Redacción del Wall Street Journal y articulista destacado de este diario: tomarse …