Determinismo

Lo que ocurrió antes

Algunas decisiones conscientes pueden predecirse antes de que entren en nuestra consciencia. Este tipo de hallazgos, demostrados en famosos estudios como los del fisiólogo Benjamin Libet en los ochenta, o los del neurocientífico John-Dylan Haynes más recientemente, plantean una conciliación difícil con la sensación inevitable de que uno es el origen consciente de sus decisiones y acciones. En Determined (2023), un compendio que se hace eco de estos y otros estudios que añaden a la causa, el neuroendocrinólogo Robert Sapolsky agita el debate sobre el determinismo con una posición contundente: el libre albedrío –dice con rotundidad– no existe. El determinismo causal no es una idea nueva, como tampoco lo es que este limitaría el libre albedrío. Pero Sapolsky dobla la apuesta y afirma que no tenemos agencia, que no tomamos decisiones ni participamos en procesos de razonamiento. Simplemente, somos seres a los que les pasan cosas. En Determined, las evidencias científicas se apilan una sobre otra, y el punto clave de la posición de Sapolsky estaría en el hecho de que la explicación no es …

Isaiah Berlin en Washington   

La falsedad del determinismo es uno de los tributos intelectuales más positivos a tener en cuenta en el balance final del siglo XX, el siglo de la megamuerte, el siglo de los totalitarismos. Se lo debemos en gran parte a Isaiah Berlin. Ya entrados en otro siglo, si el principio de libertad de elección —elecciones trágicas a menudo— nos parece incluso un fait accompli al final de todos los utopismos ensangrentados, es porque el pensamiento de Berlin había reafirmado la sociedad pluralista y al hombre como una conciencia creativa que es autónoma por sus opciones, sus fines y valores, en aquella gloriosa confluencia de la Historia entre la continuidad y la libertad. Si el determinismo considera que la Historia está bajo el control —está teledirigida— por fuerzas impersonales más allá de la voluntad humana, Berlin lo identifica con la negación de la idea de la responsabilidad moral del individuo. Esa fue la gran refriega del siglo XX, el siglo de acechanzas tan pavorosas como la revolución soviética, el Tercer Reich, la Revolución Cultural de Mao …