Jean-Baptiste Lamarck

La persistencia del error

El 7 de agosto de 1948, en el auditorio de la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas de Moscú, Trofim Lysenko se puso en pie para pronunciar su discurso inaugural. Entre los presentes se encontraban los principales genetistas soviéticos, congregados para lo que sería su última asamblea. Antes de comenzar, Lysenko añadió una nota manuscrita a su texto: «El Comité Central del Partido ha examinado mi informe y lo ha aprobado». Con estas palabras, la genética quedaba oficialmente proscrita en la Unión Soviética. La ciencia, ese método basado en la observación sistemática y la evidencia empírica, cedía su lugar a una doctrina que prometía transformar la naturaleza mediante la «educación» de las plantas. No era la primera vez que el poder político se imponía sobre la realidad material, pero pocas veces el triunfo de la ideología sobre los hechos había sido tan explícito. El episodio tendría consecuencias devastadoras para la agricultura soviética y el desarrollo científico del país. Centenares de científicos fueron purgados de sus puestos, cuando no enviados directamente a campos de trabajo. Todo ello …