Alto voltaje de Chateaubriand
Cuando Sartre se dispuso a mear sobre la tumba de Chateaubriand en el islote frente a su Saint-Malo natal no daba un ejemplo de originalidad, porque en aquel tiempo el trascurrir generacional de toda literatura se basaba en matar al padre. Actualmente, es algo distinto dado que las nuevas generaciones desconocen a sus padres. Sucumbe lo que se llamó nación literaria, de la que Francia fue molde. Existía el escritor y luego el gran escritor, a cuyas exequias acudían cofradías, sindicatos, enemigos y damnificados. Tal vez sea necesaria una cierta hipocresía. Sartre odiaba el estilo del vizconde —ya se sabe que hay dos ramales de estilo, el vizconde que es Chateaubriand y el teniente que fue Stendhal— y optó por rociarlo con ácido úrico pero al final es inevitable que los meones acaben por ocupar la hornacina de los grandes maestros. Absténgase de leer a Chateaubriand quien no distinga entre un conservador y un reaccionario o prefiera la prosa asténica. Pocas literaturas como la francesa saben hacerse su propia jardinería con tan buenos resultados. En …