«Ángelus»

El gran falsificador

En julio de 1930 Salvador Dalí publica, en el primer número de la revista Le surréalisme au Service de la Révolution, un artículo titulado «L’âne pourri» («El burro podrido»). La imagen del burro podrido, al que en el artículo solo alude de paso para pontificar que nada podrá convencerle de que el animal en descomposición, cubierto por miles de moscas y hormigas, no es más que «el reflejo cegador y duro de nuevas piedras preciosas», aparece por partida doble en Un chien andalou, la película que realizó a medias con Luis Buñuel, y hunde sus raíces en la pasión por lo putrefacto que ambos compartían con García Lorca y Pepín Bello como símbolo de las decadentes costumbres burguesas. Puede parecer que en este artículo la alusión al burro podrido es solo una insistencia gratuita en sus obsesiones ⎯como lo son tantas cosas en el universo daliniano, aunque se trata de una gratuidad que cobra sentido en la impertinencia como instrumento de confusión⎯ y que no tiene aquí ese valor simbólico, pero a continuación añade lo …