Witold Gombrowicz

El rastro sangriento del artista

No es habitual que los grandes clásicos de Hollywood sean mejorados en adaptaciones posteriores, pero sucede a veces. La novela de James M. Cain Mildred Pierce ha sido adaptada al cine en dos ocasiones. Fue Michael Curtiz, el director de Casablanca, quien realizó la primera en 1945. Su versión contiene lo mejor del cine negro americano y cuenta con una soberbia actuación de Joan Crawford, pero el Código Hays le arrebató parte de su interés. Para sortear la censura de la época (que exigía el castigo de los personajes inmorales, entre otras cosas), la película de Curtiz incorpora una trama de crimen que no estaba en la novela original y suaviza algunos de sus aspectos más inquietantes y moralmente ambiguos. Por eso la versión de 2011, una miniserie, es todavía más recomendable. Dirigida por Todd Haynes y protagonizada por Kate Winslet, narra el descenso a los infiernos de una madre desesperada por ganarse el amor de una hija tan brillante y talentosa como cruel. No es solo por amor maternal por lo que Mildred encuentra …

Arte y Estado

El pasado octubre, se anunciaron en España los mayores presupuestos destinados a Cultura de toda la historia de la democracia, y como es habitual se presentaron como una gran conquista. Sucede con la Cultura lo mismo que sucede con muchas otras partidas presupuestarias: hay quienes siempre celebran que se destine más dinero a aquello que consideran importante, y, por supuesto, nada hay tan valioso para muchos como el arte. Pero olvidan que en una democracia liberal el Estado solo debería garantizar aquellos servicios que no se puedan ofrecer de mejor forma por otras vías, y que el tamaño de las partidas presupuestarias no tiene por qué ser proporcional a la importancia que otorgamos a las cosas. Es más, se puede creer también lo contrario: que el arte es demasiado importante como para que lo gestione el gobierno, que lo espiritual se tiene que alejar todo lo posible de lo ministerial.  Son muchos los que creen que la creación artística no casa con el principio mercantil de «adáptate o muere», pero en realidad ese principio es …