Naturalismo

Verduras santificadas

Cuando el escritor y crítico Fernand Desnoyers le pidió a Baudelaire unos versos sobre la naturaleza para un volumen en homenaje a Claude-François Denecourt, el poeta le respondió con dos poemas ambientados en los bajos fondos de París, Crepuscle du soir y Crepuscle du matin. Justificaba así su decisión en una carta:  Mi querido Desnoyers, me pedís unos versos para vuestro pequeño volumen, versos sobre la Naturaleza, ¿no es así? Sobre los bosques, las grandes cordilleras, el verdor, los insectos ―el sol, por supuesto. Pero bien sabéis que yo soy incapaz de enternecerme con los vegetales, y que mi alma se rebela ante esa nueva Religión, que, a mi parecer, siempre tendrá para todo ser espiritual algo de shocking. Jamás creeré que el alma de los Dioses habita en las plantas, y, aun cuando habitara en ellas, apenas sería para mí un motivo de preocupación, y atribuiría a la mía un valor mucho más alto que a las de las verduras santificadas. Incluso he pensado siempre que en la Naturaleza, floreciente y renacida, hay algo …