Democracia, transparencia y distopía
Hay una frase que suelo repetirles a mis alumnos cada nuevo curso (y que últimamente no acaban de entender, pues los de ahora, para mi asombro del tiempo, han nacido en el siglo XXI). Se trata de una agudeza típica del Felipe González más inspirado y lúcido, quien, a comienzos de los años ochenta, recién llegado a La Moncloa como presidente del Gobierno, afirmó que prefería morir tiroteado en el metro de Nueva York antes que fenecer de aburrimiento en las calles de Moscú. Para quienes hemos nacido en la segunda mitad del siglo XX, para aquellos que hemos crecido —no solo física, sino material e intelectualmente— con la democracia liberal, no hace falta explicar qué quiso decir el líder socialista con aquel apotegma que, de un modo claro, enfrentaba dos modelos de vida: los EE UU vs. la URSS. Eran los duros años de la Guerra Fría, aún con el Telón de Acero en pie. Desde entonces hasta ahora han llovido décadas de historia, y de aguacero en aguacero se ha formado un río …